viernes, 24 de mayo de 2013

Sobre pulsiones e insatisfacciones

Una pulsión proviene de una fuente somática que crea una tensión y tiene la meta de ser satisfecha mediante el drenaje de esa tensión. La satisfacción sólo puede obtenerse de alguna forma que tenga algo que ver con la tensión generada por la fuente somática, por lo tanto, no cualquier evento es capaz de satisfacer a una pulsión dada. La satisfacción de la pulsión necesita un objeto, y aunque cada pulsión lleva a cabo un esfuerzo que impele a la actividad psíquica (y muchas veces física) de búsqueda del objeto, éste puede ser muy variable y cambiar a lo largo de la vida de un sujeto.
¿Cuál puede ser el problema en ésta situación?, si cada pulsión lleva consigo la energía impulsora adecuada para buscar su satisfacción y ésta puede lograrse a través de una gran variedad de objetos ¿por qué lleva a conflictos o vicisitudes al sujeto? Quizá una parte de la solución a esta pregunta radique en el hecho de que el sujeto humano nace en la indefensión psíquica y física casi absoluta: un bebé recién nacido no puede identificar ni el origen ni la posible forma de satisfacción de sus pulsiones insatisfechas, sólo conoce el discomfort que le ocasionan. Y aunque pudiera identificar su origen y establecer un plan para satisfacerlas, no posee aún la capacidad física para procurárselas.
Es solamente a través de alguien más, quizá su madre, que el bebé puede tener alguna esperanza de satisfacción pulsional. Es ella quien identifica el posible origen del discomfort y modifica la realidad para aproximarse a la satisfacción de la pulsión que le da origen. Pero ¿cuántas veces no hemos escuchado a una angustiada pareja de padres preguntarse por la posible causa del llanto de un hijo suyo?, es imposible conocer el origen exacto de cada uno de las incomodidades e insatisfacciones de un niño. Y sin embargo, es bastante lo que pueden ellos lograr en el camino hacia la satisfacción de muchas de las pulsiones del niño, y estos avances proporcionan aprendizajes acerca de como es que puede identificarse (nombrarse) a las diversas incomodidades surgidas de las tensiones pulsionales y acerca de la forma de satisfacerlas, al menos parcialmente.
Así nace el deseo… algo así como un plan de satisfacción pulsional creado a partir de las experiencias de satisfacción proporcionadas en la interacción con otros sujetos. Un plan de satisfacción con muchas fallas:
1. Nacido de aproximaciones evaluatorias hechas por personas ajenas al dueño de la pulsión.
2. Por personas que tambien poseen planes de satisfacción con los mismos déficits originales.
3. Con medios de satisfacción que no necesariamente se ajustan muy bien a lo exigido por la fuente pulsionante.
4. Que muchas veces tiene que ser extrapolado a situaciones pulsionales completamente novedosas.
Me pregunto, ¿por qué, a pesar de que Freud es claro al respecto de que la pulsión cesa su tensión al ser satisfecha por acciones específicas a su fuente, se dice por múltiples autores psicoanalíticos que la pulsión nunca puede satisfacerse? Quizá sea precisamente porque en el ser humano, nacido en falla, sólo puede pensar en lograr la satisfacción a través del camino del deseo… y ese es un camino con múltiples insuficiencias y sólo aproximaciones heurísticas hacia las fuentes y metas pulsionantes.

viernes, 3 de mayo de 2013

El misterio del Misterio Pascual

Una de las cosas que más me ha intrigado desde pequeño es el Misterio Pascual de la Religión Católica. Para ella, un Misterio es una realidad que supera a nuestra razón, aunque puede ser sujeta a una Revelación Divina progresiva. Específicamente, el Misterio Pascual es aquel en el que Jesús, a partir de su pasión, muerte y resurrección, logra la redención de la humanidad sujeta al Pecado Original.
Pero he aquí lo me me intriga, la parte del misterio que me ha ocupado, ¿cómo puede ser posible que el sacrificio de Dios sea el método que Dios acepte para lograr la redención?, ¿cómo puede ser que una agresión dirigida hacia Dios resulte en la posibilidad de perdón de un pecado cometido hacia ese mismo Dios?
Leyendo Totem y Tabú de Freud, me pareció encontrar una hebra en esta madeja misteriosa. Por un lado, él opina que el concepto de Dios puede ser el depositario de transferencias de idealizaciones del propio padre: en la idea divina se depositan el amor y el temor al padre todopoderoso que percibimos en la infancia. Por otro lado, Freud encuentra en los sacrificios y comidas totémicas, una repetición de eventos de odio y agresión hacia figuras paternas: violencia asesina hacia un padre odiado.
Cuando Freud habla de las culturas que llevan a cabo sacrificios de este estilo que son ofrendados hacia un Dios que lo pide, encuentra que "... no son ya ellos, en efecto, los responsables del sacrificio; es Dios mismo quien lo exige y ordena."
En la Última Cena y en la Eucaristía, rememoración sagrada del Misterio Pascual, queda muy claro que es Dios mismo quien promueve la repetición del sacrificio... e incluso la ingestión de su cuerpo y sangre.
¿Y si, al menos psicodinámicamente hablando, la razón por la que el Misterio Pascual habla de redención es por que provee una solución a un conflicto psíquico? En su rememoración se lleva a cabo un sacrificio de Dios, prescrito por Dios mismo: otorga espacio para depositar el amor e idealización paterna, el odio y la agresión asesina hacia el mismo padre; y además, y al mismo tiempo el perdón porque todo ha sido prescrito por el padre. El Misterio da lugar a presentar ambos lados de un conflicto edípico y una posibilidad de redención a ese conflicto.
En otras palabras ¿cómo puedo reconciliar la contradicción existente en mi ambivalencia hacia mi propio padre?, quizá con un sacrificio ritual en el que, aunque lo mate, lo convierta en ofrenda a una idealización de el mismo; y al mismo tiempo puedo tolerar aún más la culpa si todo el sacrificio fue idea del mismo padre: sin duda un ritual redentor.