domingo, 28 de noviembre de 2010

De querer y ser querido en cautiverio

Hablemos de jaulas invisibles. Creemos que vivimos en un mundo lleno de hechos objetivos y verificables, que todas las acciones que tomamos son la decisión mas obvia a lo que sin duda alguna está sucediendo afuera de nosotros.
Pero una verdad es que no es así, ante lo que sucede allá afuera (y acá adentro) hay mil y un formas de percibirlo y otras mil y un formas de reaccionar. Y otra verdad es que, aunque no nos demos cuenta (y especialmente si no nos damos cuenta), solo tenemos la posibilidad de percibirlo de unas pocas formas y de reaccionar de unas pocas menos.
Me parece que es muy similar a vivir dentro de una jaula invisible, una jaula que limita enormemente nuestra perspectiva y nuestras posibilidades de movimiento. Lo gracioso es que como es invisible no la vemos. ¿Pero acaso no sería suficiente con caminar un poco para encontrar las paredes y conocer la existencia de la jaula por muy invisible que sea?... creo que así es, me parece que basta con intentar cambiar la forma de percibir y actuar para darnos cuenta que simplemente no podemos hacerlo... nuestra jaula nos detiene.
¿Por que ignoramos entonces la presencia de nuestra jaula solo porque sus paredes son invisibles?... en estos días creo que es porque saber de ella es muy doloroso. Es mas fácil creer que somos libres, que tenemos la libertad y que con ella elegimos caminar solo en el pequeño espacio que queda antes de tocar las paredes invisibles. Especialmente doloroso cuando recordamos que nosotros mismos erigimos las paredes, sus limites y dimensiones. Mas doloroso aun cuando recordamos que lo hicimos por miedo a lo que había allá afuera.
¿Como querer y ser querido desde dentro de jaulas separadas?, ¿es suficiente con compartir una pared de diferentes jaulas y colocar una palma frente a otra?, ¿como salir y tomarse de la mano cuando aterra la posibilidad de estar fuera de la propia jaula?, ¿como no estar aterrado cuando se sabe que afuera todo es posible?... ¿como salir cuando en el terror nos convencemos de que no conocemos la salida?.







domingo, 7 de noviembre de 2010

Esta mañana te veo en el espejo


Esta mañana te veo en el espejo mientras ahí te miras,
pareces una persona totalmente distinta,
y sin embargo no puedo ver nada distinto ahí.
Cada día me sorprendes haciendo cosas de las q no te creía capaz,
(¡Por Dios!, ¿ves lo que estás haciendo ahorita?)
pensando imágenes y pensamientos distintos y nuevos,
observando emociones de extrañas intensidades...
¿te acuerdas que habías prometido ser diferente?,
¿o fui yo quien te hizo prometer?, ¿o yo soy las promesas?
Duele incluso escribir estas palabras,
Puedo imaginar mil y un castigos para ti y eso duele...
Pero, ¿quien puede castigarte si no lo hago yo?
¿quien luchará por códigos que ya solo yo persigo?
Antiguos códigos que me has ido enseñando a despreciar,
No, no despreciar sino transformar,
Como pétalos de rosa que se desprenden con bello aroma,
para dar lugar a nuevas flores...
nuevos códigos que siempre han estado ahí,
los verdaderos códigos, ni antiguos ni nuevos.
Duele verte luchar e intentar quitarte esa vieja armadura,
¡esa armadura de la que te sentías (¿te sientes?) tan orgulloso!
Duele verte atorado a medio cambio,
atorado con piezas que aún no sabes como quitarte.
¿Y quien soy yo si al volver a mirar en el espejo solo te veo a ti?
¿Quien soy yo?, ¿soy tú o esa armadura que luchas por quitarte?
¿o será acaso que simplemente no soy?