domingo, 29 de abril de 2012

Sobre las razones para querer, quererse y ser querido

Dijo Konrad Lorenz:

"El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo a él constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo".

Una frase sin duda interesante, pero al leerla por primera vez me sucedió algo más interesante, porque en vez de leerla tal como es, algo en mí la modificó y en su lugar leí:

"El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo [A MI MISMO] constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo".
(modificada por fantasmas interiores a partir de la frase de Konrad Lorenz)

Y esa frase sí que me cimbró completamente. ¿Qué pasaría si lográramos querernos a nosotros mismos tal y como nos quieren nuestras mascotas?, ¿acaso nos exigen muchas razones para proferirnos ese intenso amor?, ¿nos es verdad que las condiciones que nos ponemos para autoestimarnos son ridículas y exageradas, usureras, a comparación de las suyas para emocionarse cada vez que nos ven regresar o poner croquetas en sus platos?
No me parece nada difícil imaginar que un gato se quiere a si mismo exactamente con la misma intensidad e incondicionalidad... veo ahí a unos grandes maestros de vida.




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