Una pulsión proviene de una fuente somática que crea una tensión y tiene la meta de ser satisfecha mediante el drenaje de esa tensión. La satisfacción sólo puede obtenerse de alguna forma que tenga algo que ver con la tensión generada por la fuente somática, por lo tanto, no cualquier evento es capaz de satisfacer a una pulsión dada. La satisfacción de la pulsión necesita un objeto, y aunque cada pulsión lleva a cabo un esfuerzo que impele a la actividad psíquica (y muchas veces física) de búsqueda del objeto, éste puede ser muy variable y cambiar a lo largo de la vida de un sujeto.
¿Cuál puede ser el problema en ésta situación?, si cada pulsión lleva consigo la energía impulsora adecuada para buscar su satisfacción y ésta puede lograrse a través de una gran variedad de objetos ¿por qué lleva a conflictos o vicisitudes al sujeto? Quizá una parte de la solución a esta pregunta radique en el hecho de que el sujeto humano nace en la indefensión psíquica y física casi absoluta: un bebé recién nacido no puede identificar ni el origen ni la posible forma de satisfacción de sus pulsiones insatisfechas, sólo conoce el discomfort que le ocasionan. Y aunque pudiera identificar su origen y establecer un plan para satisfacerlas, no posee aún la capacidad física para procurárselas.
Es solamente a través de alguien más, quizá su madre, que el bebé puede tener alguna esperanza de satisfacción pulsional. Es ella quien identifica el posible origen del discomfort y modifica la realidad para aproximarse a la satisfacción de la pulsión que le da origen. Pero ¿cuántas veces no hemos escuchado a una angustiada pareja de padres preguntarse por la posible causa del llanto de un hijo suyo?, es imposible conocer el origen exacto de cada uno de las incomodidades e insatisfacciones de un niño. Y sin embargo, es bastante lo que pueden ellos lograr en el camino hacia la satisfacción de muchas de las pulsiones del niño, y estos avances proporcionan aprendizajes acerca de como es que puede identificarse (nombrarse) a las diversas incomodidades surgidas de las tensiones pulsionales y acerca de la forma de satisfacerlas, al menos parcialmente.
Así nace el deseo… algo así como un plan de satisfacción pulsional creado a partir de las experiencias de satisfacción proporcionadas en la interacción con otros sujetos. Un plan de satisfacción con muchas fallas:
1. Nacido de aproximaciones evaluatorias hechas por personas ajenas al dueño de la pulsión.
2. Por personas que tambien poseen planes de satisfacción con los mismos déficits originales.
3. Con medios de satisfacción que no necesariamente se ajustan muy bien a lo exigido por la fuente pulsionante.
4. Que muchas veces tiene que ser extrapolado a situaciones pulsionales completamente novedosas.
Me pregunto, ¿por qué, a pesar de que Freud es claro al respecto de que la pulsión cesa su tensión al ser satisfecha por acciones específicas a su fuente, se dice por múltiples autores psicoanalíticos que la pulsión nunca puede satisfacerse? Quizá sea precisamente porque en el ser humano, nacido en falla, sólo puede pensar en lograr la satisfacción a través del camino del deseo… y ese es un camino con múltiples insuficiencias y sólo aproximaciones heurísticas hacia las fuentes y metas pulsionantes.
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