Una de las cosas que más me ha intrigado desde pequeño es el Misterio Pascual de la Religión Católica. Para ella, un Misterio es una realidad que supera a nuestra razón, aunque puede ser sujeta a una Revelación Divina progresiva. Específicamente, el Misterio Pascual es aquel en el que Jesús, a partir de su pasión, muerte y resurrección, logra la redención de la humanidad sujeta al Pecado Original.
Pero he aquí lo me me intriga, la parte del misterio que me ha ocupado, ¿cómo puede ser posible que el sacrificio de Dios sea el método que Dios acepte para lograr la redención?, ¿cómo puede ser que una agresión dirigida hacia Dios resulte en la posibilidad de perdón de un pecado cometido hacia ese mismo Dios?
Leyendo Totem y Tabú de Freud, me pareció encontrar una hebra en esta madeja misteriosa. Por un lado, él opina que el concepto de Dios puede ser el depositario de transferencias de idealizaciones del propio padre: en la idea divina se depositan el amor y el temor al padre todopoderoso que percibimos en la infancia. Por otro lado, Freud encuentra en los sacrificios y comidas totémicas, una repetición de eventos de odio y agresión hacia figuras paternas: violencia asesina hacia un padre odiado.
Cuando Freud habla de las culturas que llevan a cabo sacrificios de este estilo que son ofrendados hacia un Dios que lo pide, encuentra que "... no son ya ellos, en efecto, los responsables del sacrificio; es Dios mismo quien lo exige y ordena."
En la Última Cena y en la Eucaristía, rememoración sagrada del Misterio Pascual, queda muy claro que es Dios mismo quien promueve la repetición del sacrificio... e incluso la ingestión de su cuerpo y sangre.
¿Y si, al menos psicodinámicamente hablando, la razón por la que el Misterio Pascual habla de redención es por que provee una solución a un conflicto psíquico? En su rememoración se lleva a cabo un sacrificio de Dios, prescrito por Dios mismo: otorga espacio para depositar el amor e idealización paterna, el odio y la agresión asesina hacia el mismo padre; y además, y al mismo tiempo el perdón porque todo ha sido prescrito por el padre. El Misterio da lugar a presentar ambos lados de un conflicto edípico y una posibilidad de redención a ese conflicto.
En otras palabras ¿cómo puedo reconciliar la contradicción existente en mi ambivalencia hacia mi propio padre?, quizá con un sacrificio ritual en el que, aunque lo mate, lo convierta en ofrenda a una idealización de el mismo; y al mismo tiempo puedo tolerar aún más la culpa si todo el sacrificio fue idea del mismo padre: sin duda un ritual redentor.
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